Consagracion a Jesus y Maria

*Consagracion al Sagrado Corazon de Jesús y al Inmaculado Corazon de Maria.* 

 

Introduccion:

Al comenzar este viaje hacia el Corazón de Dios, por el Amor de Dios, escuchamos Su voz llamándonos a través de la Sagrada Escritura: _”Si mi pueblo, sobre el cual es invocado mi Nombre, se humilla, rezando y buscando mi rostro y se vuelven de sus malos caminos, yo entonces los oiré desde los cielos, perdonaré sus pecados y sanaré su tierra”_ (2 Crónicas 7:14).

Es tiempo de que cada uno de nosotros declaremos si somos hijos de Dios o somos hijos del mundo. Si respondo que soy hijo de Dios, entonces tengo que hacer todo lo que esté en mi poder para honrar y respetar esa relación, esa responsabilidad. Mi primer acto, de libre voluntad, es consagrarme a mí mismo y a mi familia a este amor y protección que Dios Padre nos promete. Sólo de esta manera tendré las armas necesarias para entrar en la guerra espiritual que nos rodea del bien contra el mal; el arma de la oración de los consagrados.

*¿POR QUÉ CONSAGRARNOS?*

Más y más personas se ven atrapadas en esta estampida que nos está empujando a todos nosotros al borde de un precipicio, hacia un mundo que está abandonando su propia naturaleza. Un mundo que ha perdido su don del sentido común. Un mundo que, aunque ya no confía, y en la mayoría de los casos ya no le importa nada, si escucha sin embargo a esas fuerzas en el mundo que nos están moldeando a todos, especialmente a nuestros hijos; esas fuerzas de la tecnología y de los medios de comunicación y la mayoría de los elementos de esas fuerzas no son de Dios. A menos que comencemos a alejarnos de esta estampida que está llevando a la mayor parte de la humanidad al borde de un abismo, perderemos el Reino de Dios. En un mundo donde los humildes, mansos, puros de espíritu y misericordiosos son despreciados, ridiculizados y utilizados, son justamente esas cualidades las que nos separan de aquellos que son del mundo y las que nos permitirán ver a Dios.

En cualquier vida hay un momento y un lugar en el que repentinamente, nos enfrentamos a preguntas que no podemos responder acerca de quiénes somos y de nuestro futuro. Momentos en los que comenzamos a buscar respuestas. Tiempos en los que el Espíritu Santo viene a nosotros inesperadamente, y comenzamos a sentir que nuestro corazón se conmueve. Es en esos momentos de gracia, que la llamada del Padre viene a su hijo. Es entonces cuando muchos de nosotros reconocemos que no conocemos a Dios como deberíamos, que no sentimos ese lazo entre un Padre y su hijo; que no tenemos paz y algo nos hace falta.

En ese momento, es el Espíritu Santo quien entra y extiende la gracia de Dios, su invitación. Sabemos en nuestro corazón que tenemos que cambiar, pero ya que muchos de nosotros somos tibios, nos encontramos sirviendo a dos amos, de tal manera que nos da miedo renunciar a las cosas que poseemos de este mundo para poder seguir a Dios. Es en este preciso momento donde pedimos ayuda a Dios, porque reconocemos que no podemos hacer este cambio solos; porque muchos de nosotros no conocemos una vida espiritual que nos de la fuerza que necesitamos para evitar la tentación y el pecado. Es aquí que necesitamos la fortaleza de las gracias que encontramos en el acto de consagración, para poder declararnos de una vez y para siempre como los hijos de Dios; entregándole todo lo que somos, todo lo que tenemos, a Su amor y protección, con un verdadero deseo en nuestros corazones de querer cambiar, de acercarnos más a Dios.

De este modo comenzamos nuestro viaje de regreso al corazón de Dios, con la gracia que la consagración lleva consigo, que es el don de la conversión; poco a poco, un día a la vez, diciendo no a las cosas del mundo que ofenden a Dios y Si a Él y Su Voluntad para nosotros y nuestros seres queridos, mientras comenzamos a sentir la presencia del amor de Dios, nuestro Padre, trabajando en nosotros para convertirnos en sus verdaderos hijos.

https://www.fortheloveofgodworldwide.org/

*Consecration to the Sacred Heart of Jesus and the Immaculate Heart of Mary* 

 

Introduction: 

As we begin this journey into the Heart of God, For the Love of God, we hear His voice calling us through Sacred Scripture: “If my people upon whom my name is pronounced, humble themselves, and pray and seek my presence and turn from their evil ways, I will hear them from Heaven and pardon their sins and revive their land. (2 Chronicles 7:14). 

It is time for each one of us to declare if we are children of God or children of the world.

 If I answer that I am a child of God, then I have to do everything in my power to honor and respect that relationship, that responsibility. My first act, one of free will, is to consecrate myself and my family to this love and protection that God the Father promises to us. Only in this way will I have the necessary weapons to enter into the spiritual war of good against evil that surrounds us, the weapon of the prayer of the consecrated.

*1. WHY SHOULD WE CONSECRATE OURSELVES?*

More and more people are caught in this stampede that is pushing all of us to the edge of a cliff, to a world that is abandoning its very nature; a world that has lost its gift of common sense; a world which although no longer trusts and in most cases, no longer cares; does, however, listen to those forces in the world that are molding all of us, especially our children. Those forces of technology and media and the mainstream elements of those forces are not of God. Unless we begin to pull away from this stampede which is sweeping most of mankind to the edge of an abyss, we will lose the Kingdom of God. In a world where the humble, meek, pure in spirit and caring are scorned, ridiculed and used; it is just those qualities which separate us from those of the world, and it is those qualities which will allow us to see God.

In every life there is a time and place when suddenly, we confront questions we cannot answer about who we are and our future.  Moments when we begin to seek answers.  Times when the Holy Spirit suddenly comes to us and we begin to feel our heart stir.  It is at those moments of grace that the call of The Father comes to His child.  It is then when many of us recognize that: “I don’t know God as I should; I don’t feel that bond between a Father and his child, I am not at peace, I am missing something”.  In that moment it is the Holy Spirit Who enters and extends God’s grace, His invitation.  We know in our hearts that we have to change, but because many of us in these times are lukewarm, we find ourselves serving two masters and as such, we become afraid of giving up the things of this world that we know and possess to be able to follow God.  It is at this very instance when we ask God for His help because we know we cannot make this change on our own; because many of us don’t know a spiritual life, which would give us that force we need to avoid temptation and sin. It is at this point where we need the strength of the graces we find in an act of consecration to be able to declare ourselves for once and for all, as the children of God, giving unto Him all that we are, all that we have, for His love and protection with a real desire in our hearts to want to change, to become closer to God.

And thus we begin our journey back to the heart of God, with the grace that consecration carries with it, which is the gift of conversion; little by little, one day at a time, saying no to the things of the world that offend God and Yes to Him and His will for us and our loved ones, as we begin to feel the presence of the love of God, Our Father, working in us to become His true children.

https://www.fortheloveofgodworldwide.org/

E s p a ñ o l 
E n g l i s h